
Es increíble cuántas veces al día repetimos de manera mecánica acciones dañinas para el planeta donde vivimos. La mayoría de las ocasiones no somos conscientes del daño que causamos, e incluso cuando sí lo sabemos, pretendemos que una sola persona no va a macar ninguna diferencia.
Sin embargo, el cambio hacia formas de vida más saludables y amigables con el medio ambiente sí es una acción que comienza con el aporte individual y mientras antes lo entendamos y tomemos conciencia, antes empezará a sanar nuestro planeta.
¿Cómo contaminamos en nuestro día a día?
Es bien conocido que las emisiones de gases industriales, las grandes fábricas o compañías son grandes fuentes contaminantes, pero desde la cotidianidad del hogar también caemos en esas conductas.
Tal es así, que el simple hecho de tomar un baño con el grifo abierto todo el tiempo, o lavar los platos, genera un gasto de agua que NO podremos sostener durante mucho tiempo, a menos que comencemos a utilizar la que realmente necesitamos.
El encendido indiscriminado de bombillas también genera un gasto innecesario de energía, y por ende, combustibles, que provocan el decrecimiento de los recursos naturales con los que cuenta el planeta.
Pero para ello existen soluciones tan simples como bajar el interruptor cuando la luz no sea necesaria, o utilizar bombillas ahorradoras, o de tecnología LED, que son más duraderas y consumen menos energía.
Las bolsas para las compras son otra de las formas de contaminación más frecuentes, pues al desecharlas son muy difíciles de degradar, incluso hemos visto muchas imágenes de animales muertos con este tipo de envoltorios enredados, que los dejan sin respirar, por poner solo un ejemplo.



No sería más fácil entonces esforzarnos un poco por comprar productos a granel, o tener nuestras propias bolsas de tela en casa, que podamos reciclar cada vez que hacemos la compra, o incluso preocuparnos por adquirir productos biodegradables o naturales que sustituyen los otros más dañinos.
¿Qué hacer para contribuir a eliminar la contaminación?
Muchos serían los consejos, tantos como las iniciativas que a diario se ponen en marcha, sin embargo no sería factible que tomaras conciencia de estos asuntos un par de días y luego volvieras a las conductas nocivas.



Y para hacer esta tarea más fácil, podemos usar un método divertido y muy eficaz, propuesto por Bea Johnson, como parte de la filosofía Zero Waste, que es un movimiento que crece día a día con el objetivo de reducir la basura doméstica.
Es decir, debemos (en este orden)
- Rechazar, lo que no necesito.
- Reducir: Lo que necesitamos y no podemos rechazar.
- Reusar: Lo que consumimos y no podemos ni rechazar ni reducir.
- Reciclar: Lo que no podemos ni rechazar, ni reducir ni reusar.
- Composta el resto (comienza con R en inglés), que no es más que el proceso en el que los restos de los que habitualmente nos deshacemos, se convierten en abono natural para la tierra.
¿Qué consecuencias tienen nuestras malas acciones para el planeta?
No es posible que los seres humanos contaminemos a un ritmo más rápido del que tiene nuestro planeta para recuperarse. ¿Por qué? Simplemente porque estaríamos condenados a la extinción.
Con los recursos naturales agotados, sin la posibilidad de respirar aire fresco o beber agua potable, ¿a qué se reduciría nuestra existencia? Quizás en las decenas de películas post apocalípticas encontremos algunas respuestas: vivir bajo tierra, estar condenados a mascarillas de oxígeno, o descubrir nuevos planetas.
Y aunque suene a ficción, la realidad es que los más de 7,5 mil millones de habitantes del mundo estamos excediendo los ciclos naturales y corrompiendo todo a nuestro alrededor.



El caso más extremo lo tenemos en Bangladesh, reconocido como el país más contaminado del mundo, allí solo se pueden encontrar fuentes de agua que es imposible utilizar, una atmósfera tóxica, incluso hasta contaminación auditiva en niveles inimaginables.
Sus habitantes sufren de cientos de enfermedades respiratorias, en la piel, incluso cánceres, todos provocados por las condiciones tan adversas en las que viven, y a las que ni ellos, por su cultura y por lo avanzado del problema, ni ningún organismo internacional pueden hacer frente.
Sus habitantes sufren de cientos de enfermedades respiratorias, en la piel, incluso cánceres, todos provocados por las condiciones tan adversas en las que viven, y a las que ni ellos, por su cultura y por lo avanzado del problema, ni ningún organismo internacional pueden hacer frente.
¿Debemos entonces esperar a que las fronteras de Bangladesh se desdibujen, y el mundo entero sufra esas consecuencias?
¿Dónde están los responsables?
El pequeño país asiático pudiera parecer poco, aún con los 161 millones que lo habitan, sin embargo, si investigamos un poco, podremos darnos cuenta de cuáles es son los países que más contribuyen a que nuestro planeta muera día a día.
China, en primer lugar, Estados Unidos, India, Rusia, Japón, y esto solo en emisiones del nocivo CO2, todos países desarrollados y del primer mundo: las conclusiones sobre quién hace el daño y quién lo paga están claras.
¿Qué podemos hacer? Empezar desde casa, poniendo en marcha las iniciativas que hemos explicado, comprometernos con la causa ambientalista y apoyar los movimientos que buscan leyes más severas y medidas más globales.
El cambio, por más pequeño que sea, genera cambio, y nuestro planeta nos lo pide a gritos.
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